Movimiento consciente

Movimiento consciente

Yo también fui de las personas que pagaron un año de gimnasio en una de estas grandes cadenas para “obligarme” a moverme más. Y se imaginarán el resultado… Los dos primeros meses (no mucho más) estaba super motivada. Pero luego, los pagos seguían debitándose de mi tarjeta y mi presencia comenzó a brillar por su ausencia.

Es que así como perdimos el placer por el comer, también perdimos el placer por el movimiento. O, mejor dicho, perdimos la conexión de nuestro cuerpo con la experiencia de movernos. Entonces hacemos lo que deberíamos hacer, lo que nos dicen que tenemos que hacer y/o lo que hace el resto. Y muchas veces buscando modificar nuestros cuerpos, no importa cómo se sientan, no importan sus mensajes. “Si no duele, entonces no vale la pena” ¡Qué frase tan errónea!

Es que ya hasta lxs investigadores nos advierten de los fracasos de linkear al ejercicio con el peso o la modificación del cuerpo. Dicen Gaesser y Angadi “Debido a las malas tasas de éxito en el mantenimiento de la pérdida de peso y a que la actividad física rara vez produce una pérdida de peso significativa, es esencial fomentar al ejercicio como algo más que una simple herramienta para producir un déficit energético”.

Todxs sabemos que el ejercicio o movimiento reduce el riesgo de enfermar (especialmente de enfermedades cardiovasculares) así como también el riesgo de mortalidad. Y esto es independientemente del cuerpo que tengas o que bajes o no de peso. Es decir, todos los tipos de cuerpos se benefician del movimiento; así como todos los tipos de cuerpos se perjudican con el sedentarismo.

Veamos algunos de los beneficios que experimentamos al movernos:

  • Hay una disminución de la presión arterial, aún cuando no hay descenso de peso.
  • Tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia contribuyen a disminuir la hemoglobina glicosilada (importante marcador en la diabetes).
  • Mejora la sensibilidad a la insulina, aprovechando la energía (glucosa) del cuerpo.
  • Contribuye a aumentar el colesterol bueno (HDL), a disminuir el colesterol “malo” (LDL), así como también los triglicéridos.
  • Contribuye con la disminución de la grasa hepática, importante para aquellas personas en riesgo o con presencia de enfermedades cardiovasculares y/o diabetes.

Como profesionales de la salud debemos promover una perspectiva de la actividad física con una mirada neutral en el peso, enfatizando en los beneficios que produce el incrementar el movimiento y disminuir el sedentarismo, independientemente de si hay o no modificación del peso.

En este sentido, me encanta el abordaje de dos investigadoras, Calogero y Pedrotty, quienes nombran a la “actividad física saludable” como “ejercicio consciente”. Es decir, se trata de aquellas actividades que ponen el foco en el proceso (y no en los resultados) y, por sobre todo, en cómo se siente el cuerpo antes, durante y después de su realización.

La práctica del ejercicio consciente tiene que estar alineada con 4 principios:

  1. Tiene que rejuvenecer al cuerpo; no agotarlo ni deplecionarlo.
  2. Tiene que potenciar la conexión y coordinación mente – cuerpo; no desconectarla
  3. El ejercicio debe contribuir a aliviar el estrés físico y mental; no incrementarlo.
  4. El ejercicio debe proveernos de disfrute y placer genuino; no de dolor o temor.

Y para esto, una de las cuestiones clave es aprender a identificar su contrapartida: cuando el ejercicio no es saludable o no es consciente.

A continuación, veamos una serie de preguntas para que tengas a mano y reflexiones sobre el rol que cumple el ejercicio en tu vida.

Check-list para ayudar a las personas a estar en conexión con su cuerpo:

  • ¿Quiero ejercitarme por lo que comí hoy?
  • ¿Hay otra actividad que hoy me gustaría hacer en vez de ejercitarme?
  • ¿Qué es lo que me gustaría hacer exactamente en este momento?
  • ¿Hoy es un día en donde prefiero descansar?
  • ¿Me siento culpable porque creo que no me estoy ejercitando lo suficiente?
  • ¿Estoy evitando el ejercicio porque me siento incómoda/o con mi cuerpo?
  • ¿Quiero hacer ejercicio solo/a para que nadie interfiera en mi rutina?
  • ¿Siento que si no puedo hacer todo el ejercicio que planifiqué mejor es no hacer nada?
  • ¿Disfruté este ejercicio la última vez que lo hice?
  • ¿Hubo cosas que perdí en mi vida por el ejercicio?

Volver a conectarnos con el cuerpo como una fuente intrínseca de placer, como una fuente intrínseca de comunicación. Solo así, no me queda duda, la vida es más placentera y el movimiento más sostenible y saludable.

Referencias:

  • Segar, M. L., & Richardson, C. R. (2014). Prescribing pleasure and meaning: cultivating walking motivation and maintenance. American journal of preventive medicine, 47(6), 838–841. VER AQUÍ
  • Calogero, R., Pedrotty, K. (2007). Daily Practices for Mindful Exercise. In: L’Abate, L. (eds) Low-Cost Approaches to Promote Physical and Mental Health. Springer, New York, NY. VER AQUÍ
  • Gaesser, G. A., & Angadi, S. S. (2021). Obesity treatment: Weight loss versus increasing fitness and physical activity for reducing health risks. iScience, 24(10), 102995. VER AQUÍ