Paso mucho tiempo pensando en comida

Paso mucho tiempo pensando en comida

Un tiempo acorde destinado a pensar en comida es parte fundamental de una buena relación con la misma. Es decir, necesitamos cierto grado de dedicación en la planificación de nuestro menú para disponer de alimentos (y energía) suficientes, placenteros y que sean coherentes con nuestro presupuesto.

Sin embargo, en nuestra cultura dietante, el tiempo que podemos llegar a invertir en la comida (y en el cuerpo) puede llegar a ser abrumador. En la mayoría de los casos, se trata de un efecto paradojal: quiero dejar de pensar en comida y, como si no tuviera poder sobre mi mente, termino pensando más.

Sin ir más lejos, en este **estudio

** lxs investigadorxs demostraron que aquellas personas que intentaban reducir los pensamientos sobre la comida o sobre determinados alimentos (“hay alimentos que intento evitar pensar”) presentaron mayores antojos alimentarios, mayor preocupación sobre la comida (o las calorías), más culpa y más miedo a perder el control. Y no sólo, eso, sino que también, el intentar evitar el pensamiento, fue predictor de mayores episodios de atracón ¿Y quiénes fueron lxs más vulnerables? Sin dudas, las personas dietantes o con mentalidad restrictiva.

Sin embargo, la ecuación no es tan simple. Veamos el caso particular de un desórden o trastorno de la conducta alimentaria: En el proceso de recuperación también es fundamental la planificación alimentaria para disponer, de forma constante y consistente, de alimentos que contribuyan a dicha recuperación. Cuántas veces he escuchado que, para “olvidarse” del tema alimentario, se intenta que “pase a segundo plano”, descuidando lo que consumimos en el día (y la cantidad), haciendo más difícil el proceso (es decir, agravando la sintomatología del trastorno). El resultado, entonces, es el que comentábamos más arriba: queremos pensar menos en comida y, paradójicamente, nuestra mente cada vez es más presa de esos pensamientos.

No hay duda de que durante esa etapa de recuperación, los alimentos nos generan una dosis extra de ansiedad. La mente y el cuerpo aprendieron que la comida es algo faltante, un recurso necesario pero limitado, algo que le tenemos que prestar demasiada atención debido a su carencia…

La pregunta en cuestión sería para qué uno quiere destinar menos tiempo pensando en comida… ¿para que la mente se libere y se ocupe en proyectos que realmente son valiosos para unx o como una estrategia de restricción, una estrategia para comer menos?

Por supuesto que hay un camino que andar: descubrir qué es valioso para mí, quiénes son las personas en las que puedo confiar, abrirme, desafiarme, correr riesgos, tolerar la incertidumbre, descubrir un para qué vivir, descubrir por qué soy mucho más que un cuerpo…

Pero hay algo que es fundamental: una de las claves para pensar menos en comida es, precisamente, comiendo más. No nos olvidemos que la aparición de pensamientos alrededor de la comida es, muchas veces, señal de hambre fisiológica (así como los ruidos en la panza). En mi experiencia, cuando las personas comen de manera consistente a lo largo del tiempo, no hace falta que se propongan pensar menos en comida. Simplemente sucede.

Bibliografía:

  • Barnes, R. D., & Tantleff-Dunn, S. (2010). Food for thought: examining the relationship between food thought suppression and weight-related outcomes. Eating behaviors
  • Neumark-Sztainer, D., and et al (2011). Dieting and disordered eating behaviors from adolescence to young adulthood: findings from a 10-year longitudinal study. Journal of the American Dietetic Association.
  • Denny, K. N., Loth, K., Eisenberg, M. E., & Neumark-Sztainer, D. (2013). Intuitive eating in young adults. Who is doing it, and how is it related to disordered eating behaviors? Appetite